miércoles, 20 de noviembre de 2013

AMIGAS PARA SIEMPRE

Porque pase lo que pase siempre estaré ahí, solo tenéis que decir mi nombre e iré.
Porque aunque pasemos tiempo sin vernos, os sigo recordando cada día. Porque formáis parte de mi vida y no quiero que os vayáis nunca. Porque sois mis AMIGAS.
Por cada sonrisa, por cada empujón, por cada lágrima, por cada mirada...

Una abuela diferente llamada YAYA

Había una vez una abuela que vivía en una casita de color azul y blanco. La casa no era muy grande, pero tenía encanto; sobre todo porque por una de sus ventanas azules Mercedes siempre estaba asomada.
Era una mujer mayor, ya tenía arrugas en la cara, sobre todo en la frente, y el pelo canoso pero rizado.
Mercedes, era abuela de seis nietos, pero tres de ellos vivían lejos de ella.
Su casita tenía por vecina a una gran casa en la que vivía un joven guapo y moreno, de pelo rizado, al que había visto crecer y quería como a un hijo. Un 8 de septiembre, éste se casó con una linda joven de cabello rubio y con grandes rizos.
Ambas desde que se conocieron hicieron buenas migas, eran como madre e hija.
Al paso de un año, un ventoso 19 de marzo, nació una nueva vida llamada Cristina.
Tenía los ojos verdes como las praderas, los dedos largos como su bella madre y una sonrisa permanente que encandilaba.
Mercedes, la abuela, de la que os hable antes, quedó prendada de la bella mirada de aquella niña.

Desde aquel día, todos, todos los días, la abuela mercedes iba a verla, cuidarla y mimarla al igual que si fuese una nieta suya.